Joseph Kosuth, «Silla una y tres» (1965).
Revista Foro, portada, El Nuevo Día, domingo 30 de mayo, 2004. Por María de Mater O'Neill
ARTIST'S CONTRIBUTION
« El arte conceptual es un término manoseado y confuso. Pide conocimiento interdisciplinario del espectador, y puede crear repelillo por su hermetismo irritante. Sus antecedentes son los movimientos artísticos del siglo XX, Dada y el Fluxus. Pero no es hasta 1961 que la expresión "Concept Art" fue utilizada por Henry Flynt en una publicación de Fluxus: "arte donde el material es el concepto como es el sonido en la música". Ya, en el año 1967 el pintor norteamericano Sol LeWitt, escribía: "En el arte conceptual la idea o concepto es el aspecto más importante de la obra. Cuando un artista usa una forma artística conceptual, significa que todos los planes y decisiones se toman previamente y la ejecución es un asunto secundario. La idea se transforma en una máquina que hace arte". Por otro lado, se plantea "teoría como arte como teoría" por el grupo que se inició en 1968, el Art & Language (Terry Atkinson, David Bainbridge, Michael Baldwin, Harold Hurrell, Ian Burn, Mel Ramsden, Philip Pilkington, y David Rushton), de Inglaterra. Para Art & Language, el arte conceptual es el análisis del objeto del arte a través del lenguaje. En 1969, adquirió otro significado cuando el término fue utilizado por el artista norteamericano Joseph Kosuth en el ensayo "Art after Philosophy", en el que menciona a Duchamp y sus "readymades" como el héroe conceptual de la revolución artística anti-capitalista. Kosuth decía que una obra de arte es una tautología, o sea, una repetición inútil de un mismo pensamiento, una de las cuales define otra que tiene el mismo significado, por ejemplo: "el arte es, de hecho, la definición del arte". Líneas como éstas provocan que el espectador mire con ojos sospechosos al arte conceptual. Un ejemplo sería "Silla una y tres" (1965), de Kosuth, donde hay una silla real, a un lado una fotografía de la misma silla, y al otro, la definición de la palabra "silla".
Las exposiciones más sobresalientes fueron: "Conception", Museo Municipal Städtische, Leverkusen, Alemania, 1969; "Conceptual Art, Conceptual Aspects", del Cultural Center de Nueva York, 1970; "2.972.453" del Centro de Arte y Comunicación, Buenos Aires , 1970, y "Arte de sistemas", realizado por el mismo centro en 1971.
Erróneamente se asume que el arte conceptual es sinónimo de desaparecer el objeto. Esto se debe a que propone que las ideas (no siempre lógicas) pueden ser las obras de arte y que no todas necesitan experimentarse físicamente. También, como publicó la crítica Lucy Lippard, era un intento de los artistas de liberarse del status del objeto artístico como algo duradero y sacar el arte fuera de las galerías. Otro error común es asociarlo con medios particulares (video, fotografía, Net.Art, entre otros). Pero en realidad, precisamente porque le da una primacía al concepto sobre el objeto, el arte conceptual no está atado a un medio específico. Hay pinturas de Art & Language y Sol LeWitt. De este último, un grupo de estudiantes ejecutaron sus "6 Wall Paintings", en la Fundación Proa, Argentina, en 2002. Estaba planificado que cada estudiante entendería de manera distintas las instrucciones de LeWitt, por lo tanto, la ejecución variaría. Esto también es parte de la obra conceptual, la desmitificación del artista: su percepción no tiene más valor que la del espectador. Entonces el autor no es el que ejecuta, es el que mantiene el control de la obra, aunque sea repetible y efímera (al final de la muestra se volvió a pintar las paredes de blanco). En un acto anti-conceptual, LeWitt tuvo que ver el trabajo realizado por los estudiantes para aprobarlo antes de ser exhibida. Ya que en sus orígenes, los artistas conceptuales rechazaban esa aura "mística" creadora del autor, como decía Joseph Beuys, "todo hombre es creador".
Desde John Cage y su arte sonoro, a la poesía experimental, el performance, las instalaciones, entre algunos, este es un movimiento artístico que considera la teoría como una obra de arte en sí. Como el arte conceptual exige otros métodos de creación en contrapunto con los cánones modernistas, no se pueden hacer juicios formalistas (maestría de uso del material, evaluaciones académicas como composición, perspectiva, etc.). Es común entonces, el rol del lenguaje en muchas de sus manifestaciones, como método de auto análisis de la estructura de los mensajes y sus diversos alcances. Como en Kosuth, la silla real es presentada desde el lenguaje junto a dos modos de significar "silla".
Hay muchas vertientes del arte conceptual, algunas reflexionan sobre los métodos de la práctica artística (la autonomía del arte y el modernismo). Otras manifestaciones tienden a cuestionar también la práctica en el contexto histórico social (tendencias marxistas, el consumo, el mercado del arte, los significados manipulados de los discursos de poder y los museos como torres de marfil de cultura elite). Hay en común en todas, la materialización de un proceso mental que pide la desaparición de los polos "creador-espectador". El primero es el emisor y el último es receptor, sustituyéndolo por una reciprocidad de igual poder entre creador y espectador. Aunque LeWitt dijo: "El arte conceptual está hecho para comprometer la mente del observador más que su ojo o sus emociones", no quiere decir que sea racional, precisamente muchos conceptualistas piensan que esta es la esencia del arte academicista.
Sin embargo, en la década del noventa, el arte conceptual, como muchas de las vanguardias artísticas nacidas en los cincuenta-sesenta, se transformó en un ismo más del mercado del arte. Quedándose sólo como "pintura y capota": a-histórico y erradicado sus valores radicales ideológicos. Reducido a una serie de actitudes, se margina la idea de belleza, se sustituye por la ironía, el cinismo, la apatía, con un culto al espectáculo y sensacionalismo. Ya para este milenio, algunos mercados internacionales de arte intentan crear las tendencias retro de un "neo conceptualismo". Habría que ver cómo evitan deslizarse hacia un estilo estético sofisticado en una versión liviana de lo conceptual. Por último termino con las palabras del filósofo Arnold Gehlen: "No vivimos en el presente sino en el neo-presente". Y el espectador volverá a virar los ojos, pero esta vez con razón.»