Afasia pictórica o el empeño por la ceguera a las palabras

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María de Mater O'Neill
23-25 de noviembre de 2004 (Tercer ensayo)*
Art Premium Magazine, Vol.2-núm.10, September-October, San Juan, 2005.

"Creo que una pintura bien hecha irradia, extiende las dimensiones, les da un espacio inefable. Eso es muy importante, pero a menudo los pintores lo ignoran. Como consumidor de pintura creo que su gran rol es justamente aportar el espacio que puede ser inefable." [1]

La pintura no la defino por sus materiales ni por sus propiedades de objeto, pero sí por actos del habla. Entonces, lo que determina si es pintura o no, es definido dentro del enunciado asertivo. Es decir, dentro de su significado reside su estado pictórico como las letras en una palabra.

Barthes indicó que era más imperativa e inmediata la presencia del significado en la imagen que en la palabra escrita. El lenguaje entonces, como lo trabajo aquí, va más allá de lo que entendemos como asunto de palabras y cae en los terrenos nómadas del discurso. No digo que la pintura está encerrada en ser un sistema de significados donde su función es enunciar el mensaje. La pintura puede ser - y muchas veces es lo deseado - una experiencia que se añade a la historia personal de su lector / espectador. La misma pasa de ser objeto a ser memoria. Que luego de un tiempo se le dé un significado no le resta que a priori fue una imagen. En la propia historia del alfabeto encontramos que el antepasado de la letra es el dibujo, en particular imágenes hápticas que daban supremacía al tacto sobre la vista. En el siglo XIX uno de esos sistemas se convirtió en uno de nuestros alfabetos contemporáneos: el Braille.

"El lenguaje habla a través de nosotros en vez de nosotros hablar a través del lenguaje."[2]

El lenguaje no es algo natural, ya que es un sistema creado para relacionarnos que está afuera de nuestros cuerpos. El sentido de ser, esa conciencia, se adquiere por nuestra realidad orgánica y a la vez, esa corporalidad es el vehículo para el entendimiento del mundo (aquello que está fuera de nosotros). ¿"El verbo se hizo hombre" o es "a imagen y semejanza"? En la relación entre lenguaje e imagen, intercambian entre ellas un juego complejo de sillas sin ser complementarios, opuestos ni co-dependientes. La obvia referencia de "soy naturaleza" de Pollock sobre Cézanne con su "pintar es naturaleza", ambos son enunciados performativos del ser. Son discursos un tanto fuera del lenguaje, más cercanos al acto de hacer que al de decir.

La palabra encierra el mito de poder ser precisa, pero todos sabemos que la palabra en sí es inconsistente con esta promesa. Digo esto en referencia a lo que Derrida llama el paisaje del significado, que la palabra contiene trazos de significados de otras palabras. La palabra es plural. Su contraparte aquí es el color en su desenfoque y no con relación a los mensajes postulados. Palabra y color, ambos en su naturaleza, son inestables. Esa es su fortaleza y éstas seducen porque pueden mentir en su ambigüedad. Aquí se demuestra lo dicho porque la mentira no se da de lleno ya que participamos y deseamos el acto desenfocado, porque hay un entendimiento de que nunca hubo un compromiso con lo que está en la superficie.

"Por que no lo veas, no quiere decir que no este ahí."

La pintura la acerco con el hacer y la retiro con el decir. Pero el mismo Cézanne me confunde cuando le escribe a un amigo un año antes de morirse, "le debo la verdad en pintura y se la diré"[3] . Entendiendo que "le debo" es una promesa, un acto del habla que Derrida llama performativo[4] , que verdad y pintura son la misma cosa[5] como lo son Dios y la libertad, pero el "se la diré" - ese último acto performativo - esa manera de hablar usando el poder del discurso, se me hace intraducible. Un pintor no dice "la pintaré" sino promete actuar dentro del lenguaje. Es una extrañeza que Cézanne, que rehuía de la mediación ya que su visión radicaba precisamente en su repelo del sistema de representación, usara el mismo para enunciar un hacer. ¿O la aparente contradicción desvanece al entender que "la pintaré" sería representar la naturaleza? Cézanne realiza un acto y al mismo tiempo lo describe[6] sin otorgarle el valor de la verdad[7] .

El color, al igual que el grito, puede llegar a ser un sistema de códigos pero en sí no es un lenguaje. Precisamente, la enseñanza de la pintura en la escuela de arte tiene que ver con cómo educar al artista en la larga y compleja tradición pictórica de trasformar la expresión en lenguaje (lograr el mensaje).

Algunos teóricos asignan al hemisferio derecho del cerebro el ser el interlocutor de lo que recibimos del sistema nervioso como el color, el gesto, el grito y la postura, entre otras expresiones del cuerpo. El lenguaje (el trazo siendo su contraparte en la pintura), que también es aprendido, se le ha asignado al hemisferio izquierdo. Digo que ambos son aprendidos porque lo que recibimos como conocimiento a través del cuerpo es parte de la reflexión que se da a la par del ser y del mundo.

Deleuze aclara que el lenguaje no necesariamente opera a través del código y la expresión a través de la semblanza. Él piensa que en el lenguaje puede haber una cierta autonomía por su capacidad mimética y que también puede haber una analogía por isomorfismo que produce un semejante al referente.

Es precisamente ahí donde estoy en desacuerdo; en el momento en que hay un semejante de un referente, existe entonces la no-verdad en pintura. No es que descarte en la educación pictórica la enseñanza de la codificación pero lo veo con ojos sospechosos por su homogenización y binarización como resultado de esta conversión. De ahí la persistencia de codificar la pintura que trae los virus narrativos, y en nuestro caso histórico, las grandes narrativas paternalistas Ollerescas, Fradesianas, Tufiñadas, y Rochesianas. Todo esto va atado irremediablemente por una forma de hacer: el acto de la mano (del pintor exclusivamente), la primacía del material (pigmentos sobre lienzo) y en función exclusiva de conllevar un mensaje (el del pintor, como interlocutor de la verdad). Como resultado queda fuera toda posibilidad de ambigüedad, complejidad y de participación activa del lector / espectador. La pintura queda como objeto cerrado, colgado en la pared, con toda la verticalidad que esto implica sin más lectura que la intención Adánica del pintor, de aquel que tiene el poder de nombrar e influenciar tantos objetos como seres vivientes en el acto de señalar con la palabra.

Dentro de esta reducción en la pintura, ¿dónde queda la autonomía del arte por sus reflexiones marxistas, esa aura de la cual Heidegger habla para diferenciar cuando un urinal es un objeto de porcelana a cuando es una obra de arte?

"Si no puedes comprometerte con nuestro mensaje, no te quiero allá fuera."[8]

El acto corporal de alzar la mano y apuntar sería análogo a la verdad en pintura. Apuntar no es poseer lo señalado sino hacerlo visible a otros, donde tendrían éstos que ajustar sus miradas por sus posiciones corporales distintas al que señala. Señalar con la mano es un catalítico a la visión pluralista que, al igual que la palabra, contiene trazos de otros gestos. Es decir, todos los cuerpos y su relación rizomática se hacen igual de visibles a lo señalado. El significado de lo que se ha señalado de parte del que señala no tiene primacía sobre los otros que han ajustado su mirada. Aunque este acto de señalar podría tener un mensaje(s), a priori es una experiencia compartida. ¿Entonces sería posible mi propuesta "le debo la verdad en pintura y se la señalaré"? ¿Es lo mismo? Señalar y decir implican algo afuera de nuestros cuerpos, otredad. Si fuimos hechos "a imagen y semejanza", imagen del referente, a la misma vez representativo del referente que evoca nociones miméticas, Dios, la verdad de la verdad, somos a la vez verdad y representación de la misma, haciéndonos "real" y "construidos" a la vez. El verbo entonces no sólo es lenguaje porque reside en el hacer. "El verbo se hizo hombre", implica muy sartreniano, el hombre es en su hacer (en el cuerpo en su performatividad).

Obviamente resiento la adjudicación de que la pintura sea un lexis, un conjunto de modismos empleados por un pintor. La pintura es inefable, una palabra que no contiene palabras para su definición. Es la "nada" a la misma manera del "yo" de Cíclope que se autonombró "Nadie".

"Yo señalaré la pintura inefable."

* Third essay, part of a series about color, culture, language and urban thinking.
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1. Le Corbusier. Vida y obra de Le Corbusier, http://www.arquitectura.com/historia/protag/corbu/indice.asp
2. Florian Cramer. Language, a virus?, http://www.digitalcraft.org/
3. Carta a Émile Bernard, 23 de octubre de 1905.
4. Jacques Derrida. La verdad en Pintura, Paidos, 2001, Argentina.
5. Por eso le enfatizo al lector el uso de parte de Cézanne "en pintura" y no el usar "en la pintura", ya que esta última implicaría dos cosas separadas. En una nota del traductor del libro La verdad en Pintura, indica que Derrida juega con un doble sentido, ya que en francés "en peinture" significa "en pintura" y también se traduce como "en apariencia".
6. John Langshaw Austin. How to do Things with Words, Harvard University Press; 2da edición (September 1, 1975), Cambridge.
7. John Lyons. Semantics,Vol. 2. Cambridge University Press, (1977),Cambridge.
8. CJ Gregg, cita del personaje del programa televisivo norteamericano «The West Wing» (Cadena NBC).

 

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